El martes (dia dos de la semana eléctrica) fue un día mu laaaargo. El Marazu no daba un duro porque yo llegara a la hora acordada pero me levanté como si pudiera alterar las leyes del destino llegando puntual. Qué iluso! (si ni siquiera Edipo, que era un tío con visión de la jugada, contactos, iniciativa y arrestos suficientes... en fin, que yo no estoy para sacarme los ojos, y menos en abrilsoleadocasimayo con la que está callendo). Ahí estoy yo a las 8:30 am, con una cara de hinchada de sueño que no puedo con ella, al volante... que Dios nos asista!
Lo dicho, yo iba con tiempo pero salí de Salamanca y pasé por Peñaranda, y en Peñaranda uno sabe cómo empieza pero no como acaba así que la cosa se estiró... ¡que son las 10am! (ya tenía que estar en Ávila). Si el Mal ya está hecho voy a pasarme por la agencia de Lina (ya os la presentó Marazu) y le pago lo que le debemos todavía del día del Gatuperio (ver post más abajo, hotel dulce hotel) y así ya le doy un regalito que fue su cumple y luego lo pierdo o lo rompo o el Marazu se lía un cigarro y me lo abrasa. Aquí teneis a Lina con su regalo para que conste que yo me gasto el dinero en hacer feliz a la gente mamá (desprendido que es uno), lo de las cervezas son daños colaterales que tienen la misma finalidad (la sonrisa es forzada, la cara de sueño no).
En fin, que llego con la hora de retraso tácitamente pactada y me llevo al susodicho a Madrid. Ah, vamos a por la guitarra eléctrica (que todo hay que decirlo, coñe). Me toca esperar, así que me meto en el bar de al lado en el que el camarero ya nos ha dejado de mirar raro porque pagamos los cafeses religiosamente (esta vez, Marazu innova con un batido de chocolate y un pincho de chorizo frito... lo de este tío con la comida no tiene nombre). Cogemos el coche. Sorprendentemente no vamos escuchando música porque vamos rajando sin parar (yo me he dado cuenta que a la altura del Espinar ya voy afónico siempre que este tío va de copiloto)... una vez solventados los temas de la última semana empezamos a hablar de música y nos damos cuenta de que no suena nada, pues play. Llegamos al peaje, polícía, y como siempre Jorge me dice: nos van a parar... y luego nunca nos paran (porque yo compenso la carga de "sospechosos habituales", y dudan). Pues esta vez sí que nos paran, dos para dos, a mi me toca el feo, a Jorge el menos feo, y cuando yo ya lo tengo todo liquidado, me meto en el coche y observo como al Marazu casi le falta cambiarse el facebook con el colega de verde (ver para creer, again).
Llegamos a Madrid, aparcamos siempre cerca de la Gran Vía (coña que tiene uno) y nos vamos a Bosco con la hora justa, cierran en media hora. Venga venga, dame una guitarra que me voy... ay ay ay, me la quitan de las maaaanos, toma esta, toma esta otra, pues que fea, joder pareces una niña de esas que viene a por una guitarra rosa, es que estamos como locas tio, ah. Ya, es ésta. Pues vamos a cerrar. Te la envuelvo para regalo? No, ya me la llevo puesta.
Comemos en Madrid y de vuelta que hay cosas que hacer (15h): pasar las letras y los acordes a Billy, hablar con los técnicos del domingo, empezar a mirar sonidos para la guitarra que llevo colgada, ir a buscar el ampli para el bolo, mandarle a Willy la nota de prensa, y otra serie de cosas que podríamos denominar "varios". Dejo al Marazu en Ávila, yo acabo el día en Salamanca. Llueve, pero a quién le importa? Le presenté a mi madre la guitarra cuando pasé por Peñaranda y exclamó: ¡Qué bonita es hijo! (os juro que es la primera vez que se lo oigo de una rubia, me hizo ilusión).
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