martes, 29 de marzo de 2011

Empiezan a caer canciones...


Cuando uno hace una canción, por lo menos en mi caso, después de escucharla 50 millones de veces (aunque la grabación sea de la manera más lamentable del mundo), necesita la conexión inmediata con alguno de sus oídos externos, esos que hacen una crítica objetiva sobre la escucha sin que les tiemble el pulso lo más mínimo al escupir la impresión y destrozarme la magia del momento.
(Necesito un equipito con el que grabar mierdas urgentemente, porque me jode que se me mueran las canciones con las ganas de vivir que tienen algunas…)

En medio del lío que supone organizar todo lo que rodea al experimento de “Mayo en la 501” (próximamente…), estoy pasando por el momento más productivo de los últimos dos años en cuanto a lo que a canciones se refiere, sacando cosas de provecho casi a diario, con una atmósfera que difiere un poco de lo último que había hecho…
Acabo de estar con la última, que me parece una canción perfecta para empezar a levantar esta historia…

“todos están temblando y no hay viento que les mueva...”

Arsa!
             

miércoles, 23 de marzo de 2011

De cómo fuimos a tocar a en acústico y volvimos eléctricos

Era un hecho. Estábamos rodeados de profesionales del sexo.

El Hotel Galicia se encuentra situado en una de esas calles del centro de Madrid en las que uno parece que liga con una diferencia exponencial respecto a su promedio habitual. Por otro lado, constatamos que llevar colgada una guitarra –lejos de lo que pueda parecer- les corta el rollo. Aunque igual somos nosotros, que también. El caso es que Lina –una suerte de agencia de management- nos localiza siempre un hueco cerca de la Gran Vía, por lo que pueda pasar. De modo que nos plantamos en Madrid más expuestos de lo habitual: ni ampli, ni telecaster, ni tanto dinero en efectivo como para que la chica del peto amarillo nos respetara el tiempo suficiente. Una pena.


Todo iba según lo previsto y como acostumbramos: con algunas horas de retraso. ¿Qué toca ahora? Comer… pues dale. A Jorge sólo se le ocurren dos opciones cuando le pregunto que qué comemos, sistemáticamente: 1) Un kebab; 2) No me acuerdo.  Encima antes hacía apología del kebab, ¡un drama!  En fin, que acabamos en el McDonald’s tan bonito que hace esquina a por algo de comida sana: dos ensaladas por favor (no lo intenten en casa). Nos fuimos con hambre, cara de tontos y con ganas de pedirle un abrazo a una profesional (mira chica, vengo de pedir una ensalada en el Mac… Uy, que tu eres el de la guitarra, quita quita).

Pero ahora empieza lo bueno. Nuestra política de ensayos se podría resumir en seis palabras: a-ver-si-sacamos-un-rato. Hoy nos juramos –en el McDonald’s- que no sería así, y nos fuimos derechitos al hotel, café y tabaco para largo. El objetivo era montar las canciones que venimos tocando con dos guitarras acústicas, currarnos las voces y probar alguna de las nuevas (que ya vienen). Hemos descubierto que con dos guitarras acústicas somos felices, tanto que te dan ganas de agregar en el facebook a Ella Baila Sola, por separado (claro está). Objetivo cumplido: tenemos un repertorio mínimo pero digno, recuperamos alguna canción, empezamos a montar una nueva a dos bandas que promete, y… nos pasamos casi una hora tocando una versión del Santa Lucía. Paula nos llevo la letra impresa al bolo pero no hubo manera, otra vez será.

Respecto al Gatuperio bastantes sorpresas: la primera: Khoury, un crack. Cualquier incauto  que saliera por el centro de Madrid el viernes por la noche tuvo que oír su armónica sonando como un animal rabioso. Antes de eso, el bolo con Alfa (Le Punk) un lujo. Es un verdadero disfrute encontrarse con tipos así… van por derecho, con canciones, actitud y te abrazan para saludarte ¿qué más se puede pedir?

Bueno, lo dejo aquí que se me van los caracteres… la conversación de vuelta el sábado merece un post aparte por las implicaciones que va a traer… próximamente (501)… sonando todo el rato (ida y vuelta) el Heartbreaker de Ryan Adams.

jueves, 17 de marzo de 2011

De qué hablamos cuando hablamos de rock

Hay algunos que siempre vuelven al punto 7 del Tractatus, yo siempre vuelvo a buscar este video en Youtube: Andy Chango (absolutamente disfrutable en Radio 3, por la noche, of course).





martes, 15 de marzo de 2011

El impasse

Cuenta Keith Richards en su autobiografía que tras un bolo norteamericano con los Rolling Ike Turner accedió al backstage y encañonándolo con su revolver le sugirió que, con el debido respeto, le confesara cómo cojones afinaba su guitarra eléctrica. Ike –marido de Tina- es un santo varón que se tomaba las cosas importantes en serio (absolutamente recomendable su directo Funkier Than a Mosquito's Tweeter). Jorge hablaba en el post anterior de un Dios que, si existe, seguro que se dedica a hacer canciones. ¿Cómo afina Dios su telecaster? (Dios es de telecaster seguro) Problablemente Ike Turner ya se lo habrá preguntado pero mientras tanto todo son conjeturas…

Definitivamente estamos en el impasse… perdidos entre dos conciertos: pocos post, pocos ensayos, poca actividad… ¿Qué hacer mientras tanto? Canciones, diréis. Vamos al lío.
Existen tantas teorías como malas canciones respecto al tema de cómo se originan. Por eso, como dice Thomas Grandgnind al comienzo de Hard Times: Now, what I want is, facts (o lo que es lo mismo pero no: y ahora, hechos!!).


Nº1) Marazu me llama por teléfono y escupe lo siguiente: Filósofo, tengo un hit! Yo me alegro porque después de nuestras últimas conversaciones sé lo que quiere decir: “tengo un tema con el que, además de las emociones, se pueden mover los pies”. Le felicito, como acostumbro, con escepticismo: pásamelo. No puedo tío, ya sabes cómo grabo las cosas… ¿artesanal? No. Antes, edad de bronce (pero le adivino la cara de satisfacción).

Nº2) Para que pueda tener lugar la conversación descrita más arriba es necesario que pasen muchas cosas, o muy pocas. Lo normal es que uno se siente (se ponga de pié, en cuclillas, da igual), coja la guitarra (el piano, la armónica, idem), trate de expresar algo… y no salga nada (nada digno, que mueva, que te haga exclamar un hmmmm como Juan de Pablos en Flor de Pasión, Radio 3 –recomendable como Ike Turner). Lo habitual es que uno se eche un cigarro (), se rasque el hombro, bostece, abra otra cerveza, acabe con cara de tonto, y ahora, a currar. Supongo que el miedo a la página en blanco y esas cosas de las que hablan por ahí funcionan más o menos así.


Nº3) Pero a veces no. A veces uno es capaz de decir algo y acompañarlo con un acorde y la cosa funciona. Me explico. Neurotransmisores, musas, plagios a Bob Dylan… el caso es que la intuición de que algo está sucediendo te llega de dentro y de fuera, lo sientes y suena a que lo sientes, es Verdad. Es una sensación a la que no se le puede poner un canon, aunque se empeñen. Todo se va a la mierda… vale, ven, escucha esto. Hmmmmmmm… Venga, y ahora vámonos a la mierda con cara de tarados.

Nº4) Después llega la hora del curro, es decir, desplegar la intuición y hacer que dure. A mí me cuesta. Jorge es más disciplinado. Supongo que debe ser emocionante empezar a construir “Miedo” o “Tu fiebre” (que para mí es un melocotonazo y me lo pasaba teta tocándolo con Bipolaire, ¿a que sí Ima?). Qué si la música está en crisis, nos preguntaron en Punto Radio: joder, pues no, ¿a ti te lo parece después de escuchar “Las otras”?


 

miércoles, 2 de marzo de 2011

Tina Pucela's Street Walkin' Blues

Me preguntaba si los tipos que diseñaron los asientos de los trenes regionales son capaces de dormir después de tal obra de arte. Aunque en este caso debería darles las gracias por complicarme lo de ganarle horas al sueño.
Mientras volvía de Madrid, me llamaban más la atención las páginas de “La melancólica muerte de Chico Costra” (un préstamo de mi hermano el Flaco), que el desgaste físico que ya empezaba a acusar y que acabaría llevándome a dudar horas después si aguantaría en pie todo el concierto entero.
Son de estos días que, de alguna manera, le cambian a uno la vida.
Quedé con Juan en la radio donde nos esperaba el jefe de filas, Rubén Negro.
Rubén es uno de mis hermanos abulenses. Nos conocimos en la radio local, hace unos cuantos años, la mañana que siguió a la noche en la que compuse “Miedo”. Él me entrevistaba en su programa y yo toqué el tema en directo. Fue una conexión instantánea y absoluta.
Semanas después de esto, en una época de vendavales, un jueves nos cogimos el coche y nos plantamos en Segovia con un colega común. Nos pillamos el pedo de la historia, nos contamos todas las mierdas del mundo y nos juramos hablar en directo horas después por la radio. Él me llamaría y me preguntaría por mi música. Una vez más, cumplimos objetivos de un modo subliminalmente sublime.
Es uno de esos tipos que tienen que pasar por tu vida para que esta signifique algo.
Estuvimos de entrevista en entrevista hasta que llegó “el más flaco de todos los Perros”,
Casi nadie sabe como nos conocimos David y yo, pero creo que ese momento merece un post aparte.
Llegamos casi una hora tarde a la prueba de sonido, donde nos esperaba Carreño, uno de los capos Pucelanos. Es uno de los nuestros y creo que con eso explico bastante. Otro tipo con el que me podría tirar las horas muertas hablando de canciones. Y llegó el bolo.
Salió David a tocarse unos temitas para enseñarle al Café Teatro por donde iban los tiros de su nuevo trabajito, otro más y ya van tres.
Cuando salí del “backalmacén” vi  la sala petada, y aunque esperaba gente, uno no se acaba acostumbrando nunca a eso de que la gente venga a los bolos después de haber tocado tanto para tus viejos, el camarero y alguna chica que venía buscando explicaciones donde no las había.
Fueron rodando las canciones y nos fuimos creciendo, hasta que un tipo subió al escenario, agarró el micro mientras yo cantaba una versión de “Los Rodríguez” y soltó la perlita. No era negativa, era inapropiada. Sé que no hubo ningún tipo de mala intención en aquella acción, pero también entiendo que nadie tiene derecho a joderme un tema por tener un arrebato visceral gracias al Chivas. Yo no le cojo la agenda al comercial, ni el volante a los taxistas. Y no ha sido por falta de ganas…se trata de respetar un poco, no es tan complicado. Aun así, terminamos enteros y en pie.
Acabé con la noche antes de que acabara ella conmigo.
Me quedé en Valladolid el viernes y me volví a acercar al Café a ver a Vikxie, que tocaba esa noche. Me invitó a cantar mi canción favorita suya por sorpresa y nos acabamos partiendo en el escenario antes de bajarme para no seguir haciendo el ridículo. Sólo recordaba la última palabra de cada estrofa y no estaba mi cabeza para exprimir información.
Las charlas y las complejidades de lo real y lo irreal, de todo lo visible y lo invisible, de lo divino, de lo banal y de un dios que si existe, seguro se dedica a hacer canciones.
De Valladolid a Ávila, lo que dura un disco de Ryan Adams.

Mientras tanto...

Parece que la tourné vallisoletana nos ha dejado exhaustos, pero no. En Valladolid pasaron cosas, tantas que Jorge ha necesitado elaborar un croquis para hacerse una composición de lugar. Mientras lo desarrolla (que no tardará) os dejo con el himno total al Paseo de Zorrilla (un beso grande a tod@s)



Para que la baile Rubén (como pueda)